Testimonios
En esta sección podrás leer algunos de los testimonios de las personas a los que hemos practicado una Terapia Regresiva.

Eva María Fernández Rodríguez
Mi agradecimiento a Carlos por ayudarme a llegar a mi esencia, a mi ser, a través de esta poderosísima herramienta que es la terapia de vidas pasadas, conectándome directamente con mi alma, donde estaban los bloqueos que me impedían seguir con mi proceso evolutivo. La terapia me ha servido para llegar a mi yo superior, a liberarme y a romper con esas cadenas que me ataban en esta vida y en todas las que mi alma ha transitado.
Gracias a esta terapia he podido tomar consciencia que somos más de lo que se nos muestra, porque después de pasar por la experiencia son los ojos del alma, los que te guían en el camino, siendo y viendo la luz.
Espero que más almas que necesiten liberarse puedan beneficiarse de esta extraordinaria ayuda que le puede ofrecer esta terapia regresiva.
Infinitas gracias.
18.11.2020

Lía Victoria Gutiérrez
Mi experiencia en Terapia Regresiva con Carlos González fué reconfortante para mi espíritu y sanador para mi alma.
Contesté un cuestionario de preguntas que ningún psicólogo o médico suele hacer,porque abarcan escudriñar en uno mismo, más allá del mundo de la materia. Luego, al llegar a la consulta me analizó con sus varillas de radiestesia, descubriendo a través de este método exactamente lo que me pasaba y lo que yo sentía. Quedé muy sorprendida !!
Recordar una vida pasada fue bonito, el recuerdo fue tenue, suave, sin dolor, yo sabía que mi ser interno controlaba mis visiones. Llegó un momento, estando en ése estado de interiorización profunda, me invadió una hermosa sensación de éxtasis, de amor profundo, de alegría y paz. Recibí una hermosa sanación espiritual, venida del otro lado del Velo.
Carlos, gracias por tu profesionalismo, por tu calidez, por tu entrega.
Creo que ésta es la psicología del futuro, la sanación del alma.

Testimonio anónimo
El realizar la terapia regresiva el 7/7/2017 cambió mi vida por completo, hasta ese momento sentía que vida estaba totalmente estancada. Además el hacer la terapia con un profesional de confianza como lo es Carlos González, quien dirigió la terapia ayudándome a trabajar varios aspectos que estaban sin resolver desde mi niñez, mi linaje familiar y el masculino/femenino en mí. Fue una sanación muy profunda e intensa que ha tenido repercusión en diferentes aspectos de mi vida, causando grandes cambios durante los 3 años posteriores con mucho movimiento, decisiones importantes y mucho crecimiento espiritual/personal. Muy agradecida y muy contenta de haberla realizado.
Mil gracias!!!!

Ana María Berlanga
Hola soy Ana. Quiero agradecer la ayuda profesional que he recibido por parte de Carlos González Delgado. Viví una desagradable experiencia que me afectó profundamente a mis emociones, no supe gestionarla debidamente, lo cual, me generaba serios problemas de salud, cada día me sentía con menos energía vital. Busqué todo tipo de ayuda profesional, visité muchas consultas de especialistas y ninguno consiguió mejorar los síntomas, al contrario cada vez me sentía peor, con más angustia, ansiedad, dolores generalizados por todo mi cuerpo… un infierno.
Me puse en contacto con Carlos González y tras una sesión noté un gran cambio, me sentí increíblemente bien, hacia muchos años que no me sentía tan bien.
¿Qué ocurrió? Buscó la raíz del problema, la trató debidamente y me ayudó a quitarme una mochila muy pesada…
Creo en la honestidad, profesionalidad y herramientas de trabajo que usa Carlos. Estoy segura que al igual que a mí ayudará a muchísimas otras personas. Gracias

YFA
Desde hace años se venían repitiendo en mi vida situaciones muy similares, en lugares y con personas diferentes, pero siempre con los mismos hechos y provocando en mí los mismos sentimientos. Es por ello que decidí hacer terapia regresiva.
Desde que contacté con Carlos el trato fue de lo más amable y atento. Antes de realizar la terapia me envió información de manera muy clara y precisa para que pudiera decidir si realmente la terapia regresiva era lo que necesitaba.
Una vez que decidí que era lo que quería hacer, el proceso fue llevado por Carlos desde una total honestidad y respeto.
La terapia para mí ha sido enriquecedora, recordar momentos que estaban anclados en mi memoria me están ayudando a ver las situaciones actuales de mi vida desde otra perspectiva.

FJCR
Como paciente suyo sólo tengo palabras de agradecimiento y mi valoración en relación a la terapia no puede ser más positiva. Gran persona, empática y un gran profesional.
A toda persona a la que una terapia cognitiva-conductual convencional no le haya dado todos los resultados que esperaba a nivel curativo por así decirlo, le recomiendo que acuda a Carlos, ya que no todo lo que nos duele o no conseguimos curar, se puede percibir siempre por los cinco sentidos y debemos profundizar más en el fondo de nuestra alma, interior o como cada uno quiera llamarlo. Gracias Carlos.

Amparo Román
Hace varios meses me hice una regresión con Carlos. Puedo decir de mi experiencia que hay un antes y un después en mi vida.
Este cambio interior comenzó en ese cuestionario que manda Carlos que es durisimo pero a la vez necesario para el siguiente paso.
Tomando nota de toda la experiencia, cuestionario, varillas y regresión, veo que no deja de dar frutos ya que intento llevar a cabo toda la información que me llegó. Han sido cambios en mi percepción de ver muchas cosas de mi vida que me martirizaban y a raíz de esta experiencia todo ha cambiado, para bien claro. Gracias Carlos.

María José Ibáñez
En la meditación guiada sobre la Antroposofía supe que el inframundo estaba en mi mente con mis sentimientos, emociones… Aunque, la diferencia con el miércoles pasado es que visualicé y pude tocar al gran ser de luz levitando frente a mi; su energía era en forma de flor de loto blanca, intensa, sanadora y reconfortante.
Me habló a través de la mente y me agarró las manos fuertemente transmitiéndome esa hermosa luz/energía, después con el dedo índice toco mi ajna y por último mi anahata. Me dijo: «estas preparada» (se refería a la Regresión).
¡Maravilloso!

JIGA
La semana siguiente a la Regresión tenía una conexión con mi lado espiritual como hacía mucho tiempo que no recordaba. Fue un movimiento que me dio mucha alegría por haber disuelto un bloqueo, una parte de mi sufrimiento y también con la esperanza de que eso pudiera llegarle a mi familia. Desde el día de la Regresión empezamos a tener un funcionamiento muchísimo más armonioso a nivel familiar, algo muy bonito con los niños. Estamos muy contentos. El movimiento de mi abuelo hacia la luz me ha dado mucha libertad, siento como si se hubiera desbloqueado algo que me estaba atando a la ira, a pautas más de apego y me dejó con mucha paz. He recuperado la alegría por estar ahí y me siento de otra manera. Ha surgido la posibilidad de hacer una especie de programa de profundización en la enseñanza a nivel energético y espiritual y ahora dispongo de tiempo para hacerlo. Muchas gracias.

Marta Sánchez Soria
Me encuentro en mitad de un lago en calma, yo voy en barca, remando.
A mi derecha, una cadena montañosa, a mi izquierda un valle y un poblado. Yo me dirijo hacia una ermita ubicada en lo alto de esta cadena montañosa, un poco más adelante, a mi derecha.
Avanzo un poco en el tiempo y me encuentro ya dentro de esta ermita, observando mientras camino la luz que pasa a través de las vidrieras góticas de colores. Soy una mujer de entre 30 y 50 años, no estoy muy segura, visto humildemente ropas tradicionales y oscuras.
Avanzo un poco más. Me veo dentro del confesionario, hablando con el párroco sobre ciertos asuntos inquietantes que me están sucediendo y sólo confío en él como intermediario de Dios.
Acudo a él en busca de alivio, consuelo y consejo, pero para mi sorpresa no le sientan bien algunas de mis confesiones y saliendo él apresuradamente del confesionario me toma por el moño y me empuja tirándome al suelo. Me dice que tengo que pagar por mis pensamientos de naturaleza impura y a continuación se me echa encima, empezando un forcejeo del que a duras penas consigo zafarme debido a la parálisis que me atenaza. No me salen las palabras, aunque sí las lágrimas por la confusión y lo repentino e insospechado del momento. Así que desde que puedo y como puedo huyo corriendo de la iglesia, ladera abajo.
Avanzo unos años más. Me encuentro en una escena cotidiana de esa vida, o como a mi más me resuena, una memoria simbólica. Estoy en el interior de mi casa, más concretamente en la estancia que hace las funciones de cocina y sala de estar. Es un hogar sencillo, predispuesto humildemente y algo sombrío. Se respira silencio, pero es un silencio cargado de pesadez. Sólo se escucha el crepitar de las llamas en el fuego al fondo de la estancia y el trompo que mi hijo de unos 7 años que, con aire taciturno como acostumbra desde hace algún tiempo ya, hace girar sobre la mesa.
Estoy postrada en la cama, en el dormitorio de mi casa. Ha sido muerte por causa natural. Creo que hay algunas mujeres acompañando en segundo plano, sentadas y orando. A mi lado se encuentra mi hijo. Me toma de la mano y llora en silencio con la cabeza gacha y cierto grado de serenidad y templanza. Yo puedo observarlo todo desde el otro lado de la cama, frente a mi hijo, pero a dos metros de altura y con visión periférica. A su vez veo como hay un cordón de plata (como mercurio líquido) saliendo de mi ombligo (de mi yo físico), elevándose. Carlos me pregunta si tengo conciencia de lo que está sucediendo aunque yo ya esté muerta. Claramente y convencida suelto un sí rotundo. Aparentemente estoy muerta, bueno mi cuerpo físico, porque yo sigo ahí percibiéndolo todo, observando la escena desde otro plano distinto al que se acostumbra bajo las leyes de la fisicalidad. Así que así es como ahora entiendo lo que es el estado etérico. Esa pesadez o tristeza que anteriormente comentaba, se ha disipado. Ahora estoy tranquila, en paz, y me veo finalmente elevándome a las alturas, concretamente visualizando como destino una especia de luna brillante como en fase “gibosa creciente”.

Inmaculada Orellana
Hola. Mi nombre es Inmaculada Orellana Crespo. El pasado 29 de Febrero y 1 de Marzo de 2020, tuve la fortuna de asistir y el privilegio «no por casualidad» (en la que no creo), en Málaga, al Primer Congreso de Ciencia, Consciencia y Espiritualidad, organizado por el psicólogo Carlos González Delgado, que recibimos en el Centro «Atma”, sede de la Asociación Española de Terapia Regresiva.
En primer lugar, dar las gracias a Carlos por su valentía, voluntad y constancia, para que se diera este evento. Fueron 12 ponencias. Fueron 12 ponentes, extraordinarios para mí tod@s ellos. Sé y me maravilla la capacidad para reunir en 2 días (Sábado y Domingo) una variedad de temas, todos ellos relacionados con la toma de consciencia para un despertar interior.
Mi experiencia personal, y que quería compartir, ha sido muy pero que muy positiva. Tod@s, o «casi tod@s», estamos inmersos en un modo de vida abrumador, estresante, encajonado, casi sin tiempo para respirar, para vivir.
Esa es mi percepción. No me gusta como vivo, pero es como si la corriente me llevara, y no pudiera hacer más, que intentar no ahogarme y mantenerme a flote sin más. Eso no es así. Y eso lo he descubierto en este Congreso el pasado fin de semana. No es que haya encontrado la panacea de la felicidad, porque no ha sido así, sin embargo, este parón del Congreso, sí me ha hecho decir BASTA. NO QUIERO SEGUIR ASI. QUIERO TENER PAZ…SOLO ESO… PAZ. Y en mi caso particular, mi paz pasa por no tener miedo a decir NO.
No quiero ser un monigote a merced de la voluntad de unos y otros, en particular por parte de algunos miembros de mi familia. No quiero seguir sintiéndome entre dos aguas, tratando de agradar a tod@s, para que los demás estén bien. Y no quiero, porque hacer eso, supone, para mí, no cuidarme, no quererme, no aceptarme.
Aquí nadie es imprescindible para nadie. En cualquier caso, cuando yo no esté, tod@s continuarán con su vida. A veces, sin ni siquiera un simple gesto de agradecimiento, que por otra parte ni quiero ni necesito. Nunca fue mi pretensión.
Me gusta «servir» de algo a los demás, por el simple placer de serlo, o quizá por egoísmo de lo bien que te sientes actuando así. No sabría decir; pero hay un límite en poder servir a otr@s, y yo. Ese límite en mi caso es darme cuenta, en este fin de semana, que ser feliz para mí, es encontrar mi camino, mi misión aquí en esta vida, en este plano de conciencia.
Siempre he tenido inquietudes espirituales, desde niña, quizá con ello tratando de cubrir una falta de afecto, que siempre busqué desesperadamente. Y cuando ocurre esto, al menos en mi caso, cometes muchos errores, dañas sin querer a otros, porque a tod@s no podemos tenerlos contentos. He descubierto que aquí se trata de estar contenta yo primero. Eso no es egoísmo, es aprender a quererme. «Amar al prójimo como a ti mismo», como nos dijo Jesús.
Volviendo al Congreso, testimoniar que han sido 12 ponencias muy diferentes cada una. Temas muy diversos y a veces complejos, pero expuestos por unos ponentes que, a través de un lenguaje coloquial y natural, me han hecho fluir. Bien es cierto, que yo acudí con la mente predispuesta a escuchar, eso me ha ayudado.
Hemos practicado yoga, hemos recibido testimonios de personas que han perdido a seres queridos muy cercanos, afrontando este trance con la naturalidad y la explosión de amor con la que debe tomarse la muerte, como una expansión y un liberar tu Alma, tu Mente y tu Consciencia, de un vehículo que usamos «prestado», para esta encarnación como cuerpo físico en esta vida.
Me han hablado de técnicas de respiración, relajación, herramientas para ir afrontando y resolviendo mis conflictos, incluso el regalo de como a través de la música y el baile, en este caso flamenco, puedo conectar con mi espiritualidad, mi yo interior, mi «niña interior herida». Esa es la que me interesa cuidar, querer, mimar y sanar.
Pido disculpas por lo extenso de mi testimonio. Dejo a criterio de quien corresponda publicarlo o no. Pero mi única pretensión es poder servir si no de ayuda, al menos curiosidad, por vivir y sentir algo más de lo que se ve con los ojos físicos.
Mil gracias a tod@s y cada uno de los ponentes. Me han sido de mucha ayuda. He comprendido que tod@s viajamos en un mismo viaje, da igual el camino, todos son válidos. Todos llevan a la misma verdad. En mi caso soy creyente, pero nada de lo que me han aportado me ha hecho cuestionar mi fe, si acaso la forma errónea en que a veces la vivo. Sin coherencia, sin sentido.
Invito a que acudáis como yo, eso sí, con ánimo predispuesto y la mente abierta, porque he experimentado la sensación de llegar a un punto de mi vida, con 56 años que cumplo precisamente hoy 4 de Marzo, de sentir que hay muchas más puertas dispuestas para abrirse.
Yo quiero que esas puertas se abran, porque quiero sentirme feliz, sentirme en paz conmigo misma, encontrar un sentido del por qué y para qué estoy aquí. Hoy tengo «energías renovadas», y eso lo he recibido en este Congreso.
Lo dicho, perdón por extenderme, pero ha sido mucho y muy intenso lo que he vivido, y aún estoy en proceso de digestión Y… SI YO PUEDO, CUALQUIERA PUEDE. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Felisa P.
He participado durante dos días en el fin de semana del 29 de febrero al uno de marzo de 2020 en el Primer Congreso de Ciencia, Consciencia y Espiritualidad.
Esta experiencia me ha parecido muy positiva en muchos sentidos ya que los ponentes que han participado me han parecido muy pertinentes y los temas tratados muy interesantes.
Al mismo tiempo la acogida por parte del organizador ha sido estupenda.
Durante las conferencias he conocido a gente nueva con la que he tenido conversaciones muy enriquecedoras.
Recomiendo esta experiencia a todo el mundo y volvería a repetirla sin ninguna duda.

Cristina López
Mi regresión me ha ayudado mucho a tomar conciencia de mi pasado. Me dio la clave de los «porqués» de mis actos del pasado y del camino de vida que escogí.
Ahora vivo como en otro plano, vivo con conciencia y mucho más en paz. Siempre nos queda trabajo por hacer, pero la vida fue grata conmigo y me puso otro maravilloso terapeuta con el que comparto vida y que me regaló un dulce despertar a la vida. Jacob se llama, lo conociste un día, en una moraga de Guadalmar.
Tú fuiste el inicio al camino der ser y el camino de la ausencia de ego, es el que me elevó donde estoy.
Me siento en calma y feliz… en parte, gracias a ti. Así que, te mando un fuerte abrazo y ojalá coincidamos para poder compartir sensaciones.

Marco López
Esta sesión me ayudó a ver la facilidad con la que podía abrirme al estado de consciencia expandida, accediendo al estado ilimitado del ser, en una frecuencia más alta de amor y verdad.
Esta fue una pieza importante de mi camino, pues hoy esas frecuencias ya son una forma de vida y un instrumento para mi labor colectiva.
En tres palabras la recibí como una sesión eficaz, reveladora y activadora.